Desayuno ¿solución para la obesidad?

Muchos de nosotros tomamos un café y algo rápido por la mañana y a medida que avanza el día continuamos con un almuerzo de tamaño mediano y por la noche la mayor comida del día. Sin embargo, un gran número de investigaciones sobre el peso y la salud sugieren que podemos estar haciendo todo al revés.

Se revisaron los patrones dietéticos de 50.000 adultos pertenecientes a la Iglesia Adventista del séptimo día durante más de siete años, un grupo religioso con hábitos inusualmente sanos (ya que comen poca carne roja y no beben ni fuman). Estos datos proporcionan la evidencia de que deberíamos tomar la mayoría de nuestras calorías cuando comienza el día para poner en marcha nuestro metabolismo y prevenir la obesidad, comenzando con un desayuno abundante y disminuyendo la cantidad en los almuerzos con una cena simbólica o sin cena.

En experimentos con animales y pequeños ensayos en humanos también se ha señalado que mirar el reloj, y no sólo las calorías, puede jugar un papel más importante en el control de peso que lo que se creía.

Este año, la Asociación Americana del Corazón a adoptado el principio de que el horario de las comidas puede ayudar a reducir los factores de riesgo para enfermedades de corazón, favoreciendo la presión arterial alta y el colesterol alto. Este grupo advierte que saltarse el desayuno – lo cual hace del 20 al 30 por ciento de los adultos estadounidenses – está vinculado a un mayor riesgo de obesidad, alteración del metabolismo de la glucosa y diabetes, a pesar de que no hay pruebas de una relación causal. Además, recomiendan el ayuno ocasional ya que se asocia con pérdida de peso, al menos a corto plazo.

Incluso se ha visto que los sujetos que comían su comida más copiosa al principio del día eran más propensos a tener un índice de masa corporal menor que los que comieron un gran almuerzo o cena. Las personas que desayunan mucho tienden a mantener su peso bajo, en comparación con quienes no desayunan. 

Esto parece que podría deberse a que el proceso digestivo y la acción de la insulina, la hormona pancreática que utiliza el cuerpo para procesar los azúcares de los carbohidratos y almacenar la glucosa, y que estos mecanismos parecen estar en su máximo rendimiento al principio del día. Por tanto, nuestro cuerpo podría utilizar los nutrientes como fuente de energía de una forma más sencilla.

Dos personas que consumen la misma comida en diferentes momentos del día podrian depositar más grasa después de la cena que en el desayuno.

La iluminación artificial, el cambio de los patrones de alimentación, trabajo por turnos y otras variables de la vida moderna puede alterar nuestro sistema interno de los relojes biológicos, que a menudo no están sincronizados. Es como una orquesta cuyos músicos están tocando desafinados con los demás.

El ayuno intermitente también puede tener otras ventajas.

Un trabajo con animales que duro 20 años muestra que aquellos a los que se les sometió a ayuno intermitente viven más tiempo, sus cerebros funcionan mejor a medida que envejecen frente a aquellos animales que tienen acceso constante a los alimentos. Esto quizás es porque las células nerviosas responden a ese período en el que están sin alimentos mediante el aumento de su capacidad para hacer frente al estrés según dice Mark P. Mattson, director del National Institute on Aging’s lLaboratory of Neurosciences.. “Desde una perspectiva evolutiva, tiene sentido que los animales salvajes – especialmente los depredadores – tendrían que funcionar de manera óptima en un estado de ayuno cuando no han sido capaces de obtener alimentos.”

Puede ser una receta difícil de seguir, ya que la vida familiar y reuniones sociales a menudo giran en torno a sentarse a una comida al final del día. 

Hay un viejo dicho, “desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cena como un mendigo”.